viernes, 28 de noviembre de 2014

EL NEOCLASICO DEL VIRREINATO (1783-1810)

Las características principales en esta etapa fueron las siguientes:

1. El programa de enseñanza era único y era sancionado por la monarquía, para poder así reglamentar los talleres impartidos en la Academia  garantizando la formación profesional de acuerdo a los estándares neoclásicos.
2. Los académicos enjuiciaban cada proyecto que se pretendía construir, autorizando solo aquellos que cumplían adecuadamente la morfología del neoclásico.
3.  Se utilizaba el dibujo de imitación como disciplina visual que permitiera el dominio de la repetición (haciendo a un lado la capacidad creativa del autor).
4.  Se tomaron como base las culturas griega y romana para la unificación estilística de la arquitectura.
5.  Las escalas y proporciones de las edificaciones siempre estaban acorde a los cánones de la arquitectura clásica. 

Si bien, podemos notar que en esta etapa, el naciente neoclásico orilló a la Academia  a forzar  a sus estudiantes, no sólo  a adoptar una ideología donde se realizarían copias tanto de esculturas  y pinturas de órdenes clásicos, sino también,  para lograr como objetivo final el refinamiento de la capacidad imitativa de los futuros profesionales. También se debe mencionar que en esta etapa, la pérdida del poder de la iglesia, trajo consigo la desaparición de las magnas obras religiosas que caracterizaron al siglo XVIII, dando paso a una seria de construcciones acorde con el nuevo sistema económico como por ejemplo, la construcción de fábricas, almacenes y fortificaciones militares (aunque no se detuvo por completo la construcción de edificaciones religiosas).

Por otra parte, la arquitectura urbana realizada durante este periodo, no abandona por completo los esquemas compositivos tradicionales anteriormente usados, ya que conserva  el patio central (solar) como parte fundamental en la distribución periférica de locales y las iglesias siguen sosteniendo su trazado en base al eje direccional acceso-presbiterio.
 Como figuras importantes de esta primera etapa del neoclásico podemos mencionar  a:

El arquitecto y escultor valenciano Manuel Tolsá (1757-1816), con obras de suma importancia como el Hospicio Cabañas de Guadalajara, el Palacio de Minería y la Casa de Pérez Gálvez o de los Condes de Buenavista (actual Museo de San Carlos) ambos situados en la ciudad de México.

Hospicio Cabañas - Guadalajara

Fachada principal del Palacio de Minería - México D.F.

Interior del Palacio de Minería - México D.F.

Y el arquitecto, pintor y poeta Francisco Eduardo Tresguerras (1759-1833) con obras tan importantes como el Pórtico del Convento de las Teresas en Querétaro, la Iglesia del Carmen en Celaya, entre otras.


Convento de las Teresitas - Querétaro

Iglesia del Carmen - Celaya Guanajuato


















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