FRANCISCO DE GOYA
Nació en 1746 en Fuendetodos. Sintió, ya de
niño la afición por el dibujo y aprendió en el taller del oscuro pintor José
Luzán., Se casó con la hermana del pintor Francisco Bayeu y fue discípulo suyo.
En su juventud viajó a Italia y pronto se
traslada a Madrid como pintor de cartones para la Real Fábrica de Tapices. De
ahí ascendió hasta el triunfo total: ser pintor real y miembro de la Academia
de San Fernando y retratista de la nobleza. Después, la Guerra de la Independencia
marcó su obra. Deambuló entre su patriotismo antifrancés y sus ideas liberales
profrancesas y en la última etapa de su vida su obra fue distinta y amarga. Se
desterró voluntariamente a Burdeos y allí murió en 1828.
Autorretrato
Primer periodo: 1762-1775.
Goya llega a Madrid donde cuenta con los
académicos de San Fernando, especialmente con Mengs y Bayeú, cuya influencia se
dejó notar en su obra, de gusto clasicista y académico de pincelada viva y
densa. Tras su viaje a Italia muestra una temprana tendencia hacia el realismo
popular y caricaturesco: Bóveda de la Basílica del Pilar de Zaragoza.
Detalle de la bóveda
Panorámica de la bóveda
Segundo periodo: 1775-1792.
Vuelve a Madrid y empieza a trabajar en la
Real Fábrica de Tapices a las órdenes de Mengs. Allí no pudo desarrollar su
propia personalidad porque la temática de carácter costumbrista le venía
impuesta.
Sin embargo, en este campo desarrolló su depurada técnica. Refleja
una visión fresca, agradable y sonriente de la vida popular: El quitasol, La gallina
ciega o El columpio, todos ellos resueltos con una gran ligereza en la ejecución
y un vivo colorido.
el quintasol
La gallina ciega
El columpio
De Velázquez aprendió ahora el juego de las luces y los
efectos atmosféricos. En 1781 rompe con Bayeu y empieza su larga lista de
retratos cortesanos: reyes, aristócratas, intelectuales, artistas, etc.
Condesa de Chinchon
Señora Berm Senz Kepmesa
Doña Isabel de Porcel
Tercer periodo: 1792-1808.
Empieza ahora su sordera progresiva y que le
marcará siempre su vida interior convirtiéndole en un ser fantástico y
visionario. Además se vió agitado por las nuevas ideas que recorrían Europa y
que le llevan hacia una actitud progresista, ultrailustrada y de crítica
social. De esta época son los Caprichos (1799) serie de grabados donde refleja
lacras sociales y una personalidad atormentada.
Las brujas
Paralelamente pinta una serie de cuadros
(no encargados sino por gusto) como El Incendio, El Naufragio, La casa de locos,
donde el capricho y la invención no tienen límites y donde la masa anónima y el
dramatismo son los protagonistas. Pero continua a la vez su faceta oficial,
retratos de cortesanos y muy en especial de todos sus amigos, grandes figuras
del pensamiento ilustrado: Moratín, Jovellanos, el Conde de Floridablanca. Es
en esta época cuando pinta la Familia de Carlos IV donde revela de modo realista
e irónico las dudosas cualidades morales y la vulgaridad humana de los
retratados.
Un incendio
La casa de locos
Jovellanos
Familia de Carlos IV
Continúa
en este periodo haciendo también pintura religiosa como pretexto para
representar al pueblo sin tener que sujetarse a dogmas, como en los frescos de
San Antonio de la Florida. En 1801 pinta las dos Majas (quizás encargadas por
Godoy), de técnica y formas refinadas y elegantes, en un juego de curvas, luces
y sombras. Aquí se nos muestra al Goya sensual, cortesano y esta vez enamorado.
La maja vestida
La maja desnuda
Cuarto periodo: 1808-1828.
Este periodo marcará la obra de Goya
definitivamente. Fernando VI renuncia al trono español en favor de José de
Bonaparte de quien también será pintor de cámara, y los franceses entran en
territorio español. Goya, por un lado, se muestra esperanzado por los aires
renovadores que vienen de Francia (por ejemplo la Constitución de 1812) pero
también se muestra contrario sin dudarlo a la ocupación francesa y a los
desastres de la guerra. Ahora pinta cuadros históricos, verdaderos fotogramas
de una contienda como La lucha con los mamelucos y los Fusilamientos de la
Moncloa, los dos pertenecientes a los desastres de la guerra.
Lucha de los mamelucos
Fusilamiento en Moncloa
Son lienzos narrativos, agrestes; parte del
monólogo de un hombre sordo y cansado, que durante la última parte de su vida
proyectó en el populacho, hambriento y maltratado, sus visiones de miedo y
esperanza.
En los Fusilamientos predomina la sencillez
técnica, la concepción formal y el patetismo en las expresiones (su progresivo
expresionismo se hará patente en la serie de "Pinturas negras”). Para Goya
la luz es positiva, como la luz que ilumina la razón en el pensamiento
ilustrado y por eso la luz recae en las figuras que van a ser fusiladas
mientras que sus verdugos permanecen en la sombra.
A partir de 1819 se retiró a la Quinta del
Sordo, una casa a orillas del Manzanares que decoró con sus propios cuadros:
todos pinturas negras como Saturno devorando a su hijo, El aquelarre, Lucha a
garrotazos, La romería de San Isidro o El coloso del miedo, pinturas que son
verdaderos precedentes del expresionismo y del surrealismo. A través de su
denso ambiente, su atmósfera oscura, su gama cromática de tonos oscuros y su
concepto espacial intangible, se crea una fuerte tensión psicológica, expresión
de su lucha interna, de su mundo silencioso, de ideas liberales fracasadas, de
un ambiente por fin romántico y decrépito.
pelea a garrotazos
El aquelarre
Romería de San Isidro
El coloso del miedo
Saturno devorando a su hijo
Al
haberse mostrado partidario de la Constitución de 1812 y temiendo por la
represión absolutista de Fernando VII, en 1824, tras la experiencia del Trienio
Liberal, huyó a Francia afincándose en Burdeos donde todavía pintó algunas
obras como la Anciana comiendo de un plato y la Lechera de Burdeos, lienzo que supuso un verdadero anticipo del
Impresionismo. Murió cuatro años después.
Anciana comiendo de un alto
La lechera de burdeos
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