EL
NEOCLÁSICO EN LA NUEVA ESPAÑA
El siglo XVIII represento un tránsito radical para la Nueva
España ya que la cultura se ve modificada ante un cambio de ideología, donde la
razón predomina en el
que hacer de la vida cotidiana de los habitantes. Y la iglesia que en
tiempos anteriores había vivido una suerte de ídolo con la corona, se vió
atacada severamente y perdió paulatinamente el control, no solo en la
conciencia de sus seguidores, sino también sobre sus mismas posesiones
materiales.
Por otra parte la Nueva España no solo fue modificando su pensamiento
religioso, sino también su economía, ya que el liberalismo económico
centro-europeo fue exigiendo cada
vez mayor control sobre la
producción, comercialización y administración de la riqueza generada en el
país, ante este cambio
también se modificó el modelo de enseñanza, que
a partir de entonces se dedicó
a formar profesionales capacitados para resolver las novedad tanto económica
como urbana y artística.
Es así como se
rompe el antiguo esquema gremial y
el aprendizaje de “maestro-aprendiz” cambia dando paso a las escuelas y
academias que de ahora en adelante podrían capacitar a un mayor número de
alumnos tanto de disciplinas técnicas como artísticas. Dentro de este contexto
es cómo surge la Academia de Bellas Artes de San Carlos en 1783, la cual fue la
primera institución de su género no
solo de México, sino también de toda
América; como ya sabemos la escuela se dedicó a la enseñanza de las nobles
artes; es decir, la pintura, la escultura, el grabado y la arquitectura.
De donde se observan dos ejes sobre los que gira su creación. El
primero fue la necesidad de la acuñación de monedas para
agilizar el intercambio comercial y el segundo fue la demanda del
ego de la burguesía colonial por poseer íconos de prestigio que
les permitieran igualarse a la burguesía europea y a la vanguardia de
la misma.
Exterior de Academia de San Carlos - México D.F.
Y es así, como Jerónimo
Antonio Gil, fundador de la Academia de San Carlos y grabador
profesional, llega a México
proveniente de La Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, con el fin de acuñar monedas para la
Nueva España y formar a los grabadores requeridos para el trabajo. Poco tiempo después la Academia empezó a funcionar
dispuesta no sólo a fomentar la
nueva plástica neoclásica, sino también a preparar a los arquitectos que deberían
enfrentarse a los nuevos retos de construcción que exigía el nuevo género
plástico- estético en conjunto con la modificación de la vida económica de la
Nueva España.
Interior de Academia de San Carlos - México D.F.
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